Verónica, explotada sexualmente desde los 14 años, hija de Shirley, hermana de Sabina. Setiembre 2013.
“No sabe la gente las cosas que nosotras pasamos a veces... Te miran con otra cara porque trabajás en un boliche y piensan que ellos son mejores que una. Pero mi trabajo cuando lo termino lo dejo ahí, después soy una mujer común y corriente. Tengo mi familia y mis hijos, que es igual. La primera vez que yo entré a trabajar, te digo la verdad, me costó mucho, mucho, porque yo era una niña, me agarró uno de 53 años. Me dejó embarazada, tuve la nena, empecé y arranqué. Yo no me crié con mi madre, me crié en un Iname con mis hermanos, en total somos doce, vivos diez, y todos de diferentes padres, estábamos todos en hogares. La vida te enseña muchas cosas, a largarte sola aprendés. Yo no tengo apoyo de nadie. Trabajando en la noche somos tres hermanas, ya agarramos esa rutina por la crianza que llevamos... que a veces uno dice no es la crianza, pero es la crianza que te lleva a cosas que no debés... Hubo un tiempo en que llegamos a trabajar con mi mamá. Nosotros no sé, somos de familia de herencia, mi abuela también trabajó. La gurisa mía tiene ocho años, y no le voy a decir todo porque es una niña, pero siempre le digo que nunca baje la cabeza cuando le digan que su madre es una puta o trabaja en el quilombo. Vos tenés que ir con la cabeza alta y decir ‘es una puta pero gracias a Dios tengo una comida todos los días’. Voy a tratar, como madre, de que ella nunca pise este ambiente. Porque es lo más feo que hay y no me gustaría que mi hija sea más grande y me vea así”.